martes, 27 de julio de 2010

De la prensa local

A propósito de la columna “Por encimita” de Elbacé Restrepo

e-mail: elbaceciliarestrepo@yahoo.com

Escribir bien, hablar bien.

He dejado de “leer” la prensa regional o nacional fundamentalmente porque, si su negocio son las noticias, la radio desde la madrugada le ha usurpado los derechos de autor y desde bien temprano el periódico nunca es de hoy: siempre es de ayer.

En esa perspectiva la radio se acostumbró a leer la prensa (titulares dicen los que saben) y nosotros a considerarnos “informamos” en el sentido de la actualidad. Por su parte, las casas editoriales han comprendido muy bien su negocio, la prueba está con la aparición de los coloridos e impactantes periódicos populares (eufemismo para masas) que a $ 800 y con 20 páginas en promedio hacen lo mismo que la radio con un “plus valor”: se venden más ejemplares, los voceadores apenas “vocean”, es el público el que reclama el ejemplar de actualidad, el que cuenta lo que el otro no hace. Además trae un crucigrama gigante: desde que los hago me sorprende el magnetismo que este entretenimiento de “desocupados” tiene entre el público “popular”.

Pero volvamos a lo nuestro. De vez en cuando, sobre todo los domingos, compro algunos periódicos para ojearlos y hojearlos. De hoja en hoja busco con el ojo aquello que no recuerdo dónde lo encontré llaman en Europa “perros aplastados”, pequeñas e insignificantes noticias, raras casi todas ellas y que ocupan espacios marginales del área total del periódico como: “médico estrangula paciente con el estetoscopio” o “Comerciante asaltado cuarenta veces”. Reconozco que los nuestros casi nunca los traen y por lo mismo, harto de noticias que ya he escuchado, ojeo las columnas de opinión como una forma de entender la realidad a través de la percepción de hechos o situaciones tan particulares que a nadie importarían.

Así me topé con Elbacé Restrepo. Leí por primera vez “Por encimita” cuando se refirió a las fotos de Yidis en SOHO (la revista sólo para hombres más leída por las mujeres) y sinceramente no pude más que apartarme de la apreciación allí contenida. Me pareció estar escuchando a un macho muy macho refiriéndose con desdén a esas “gordas con mondongo” para las que la sociedad lo mejor que les ofrece son fajas y liposucción. Que ni salgan a la calle, horror si se ponen ombligueras. Que aprendan a comer, que hagan dieta, que vayan a los gimnasios o que acepten su condición. Nada de bikinis, ojalá que ni se asomen por la playa o las piscinas, si no hay alternativa, que lo hagan envueltas en un trapo grande y colorido (pareo creo que es su nombre común) para ocultar la celulitis, la piel de naranja y toda aquella parte del cuerpo estriada. Ellas ya no tienen derecho a ser miradas como mujeres porque no van con los patrones sociales. De hecho, las publicaciones dedicadas a la pornografía tienen a las mujeres clasificadas por su estructura corporal y su edad. Allí las gordas y maduras o que parecen muy maduras por gorditas son lo anormal frente a las teen agers y las chicas del mes.

En alguna publicación Alejandra Borrero y otras de su edad también posaron desnudas, todas por encima de los 50, de la mano del fotógrafo ninguna pretendió cosas explícitas sino la sutileza, la “insinuación” delicada de la belleza en presencia de la ley de la gravedad que actúa implacable para mostrarnos lo frágiles que somos a pesar de toda la rutina de ejercicios, la infaltable caminata, el frasco de centrum que ya observo en muchas residencias y las recomendaciones de los informerciales que llenan los canales televisivos en las mañanas. Esos cuerpos esculturales requieren muchas horas de gimnasio las mismas que nunca serán dedicadas ni a la lectura ni a la cita loca para disfrutar unas cuantas bebidas espirituosas. Me encanta ver la coquetería de esas señoras cuando, en medio de muchas risas, se deleitan tomándose “un roncito” igual que no soporto aquellas cuyo pedido es “un vaso de agua, por favor”….es que me fascina el agua.

“Por encimita” cogió a Yidis y le reprochó duramente ser gorda y dejarse fotografiar en una revista donde sólo salen “mujeres bonitas”. Pero al fin y al cabo es una columna de opinión y casualmente fue la que me siguió tentando a leerla, para encontrar con agrado que la del pasado 4 de julio es un gran reclamo porque no hay derecho a que les exijan a unos hablar inglés cuando los otros reducen a tan poco la lengua materna y hasta proponen “discursos incluyentes”. No hay derecho a tanta gente “educada” y tan limitada en su hablar: gerentes yuppies, locutores, docentes, políticos, yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos…

PD : en los pasados Juegos Suramericanos un comentarista del canal regional señalaba, en un encuentro de baloncesto, que el problema de uno de los equipos era que no tenía “triplistas” haciendo referencia a quienes encestan desde la distancia que otorga tres puntos. Con toda razón llaman un “tasi” y no les gusta el limón porque es muy “áxido”.

Sucesos

De regreso a Buritica

Cecilia Giraldo

Antropóloga


El martes viajé con la compañía que me propuso el trabajo en Buritica, era una comisión conformada por el presidente de la empresa, un antropólogo canadiense y una Antropóloga peruana que como era peliroja se gano mi confianza de una. La idea de ellos era observarme y mi idea era observarlos, todavía me sostenía en que necesitaba más seguridades aunque ya les había entregado mi hoja de vida y había asistido a otra entrevista donde terminé aceptando esta invitación tan loca. En fin entre antropólogos nos entendemos.

En el camino me asaltó el recuerdo de una historia que creo haber contado ya. Una niña de 14 años que pierde la cordura ante el asedio sexual del padre, el maldito silencio cómplice de los vecinos y no sé si peor aún, el silencio culposo de la mamá. Tras abandonar la casa una tarde, quién sabe por qué situación límite, termina siendo el juguete de placer de todos los hombres que se divierten en una discoteca pequeña y oscura ubicada en todo el marco de la plaza, como suelen ubicarse estos negocios en todos nuestros pueblos pequeños.

Su profesor, que ya me había consultado muy preocupado porque el día de la huída -la noche anterior- ella se quedó bebiendo con varios hombres en una fonda de la vereda, vino a buscarme al restaurante para contarme lo que estaba pasando en la discoteca para que hiciéramos algo. Yo todavía no tenía suficiente información pero recuerdo que en otras visitas que hice al grupo, había advertido que algo grave le sucedía a ella, una cierta necesidad de ser escuchada pero a la vez una gran dificultad para expresarlo. Solicitamos ayuda de la policía explicando que era menor de edad y que estaba huyendo de la familia, estos la abordaron en la discoteca pero sus argumentos no lograron convencerla de abandonar el lugar y ante las miradas burlonas de los hombres que la disfrutaban se retiraron avergonzados, concluí que era un enfrentamiento desigual entre machos.

El profe y yo decidimos quedarnos allí bailando como para no desampararla, cuando ella identifica que somos la nueva y única pareja que comparte con sus compañeros de baile la penumbra del saloncito, se turba. El vallenato ha terminado y se deja invitar un momento a conversar al parque. Allí, de repente empieza a llorar muy desconsolada, con gemidos que le salen del último rincón de las entrañas como si quisiera vaciar de golpe su dolor. Tiene la camiseta del uniforme sucia y unos shorts tan cortos que la camiseta alcanza a cubrir sus bordes. Cuando por fin habla me dice que la violaron, pero no dice quien y se lanza a mis brazos pidiendo protección, nos vamos abrazadas para mi casa, decide no hablar más y toda la noche rasga una guitarra desafinada que estuvo esperando un alma adolorida colgada de un clavo al lado del baño.

Al amanecer se duerme y puedo conciliar el sueño, cuando ha clareado vuelve a despertar y me pide ropa prestada, la dejo escoger y se pone lo que más le gusta, aunque no es de su agrado está limpia, luego me dice que se va a asolear en el andén y cuando la busco para que desayunemos no la encuentro.

Me voy para la personería y relato todo lo ocurrido, cuando llego a la casa la encuentro llorando en el andén, nos quedamos juntas dejando pasar las horas en silencio mientras la inspección de policía requiere a sus padres para una audiencia con el inspector y el personero. En la tarde llega la mamá muy asustada pero lo que declara y sostiene es que ella es loca, le recuerdan sus deberes, defiende al padre diciendo que no pudo venir porque está muy ocupado y que ella se la lleva, escucha los consejos de manejo de dos funcionarios tan ausentes como desinteresados en el caso, hablan como si formularan viejas recetas. Aunque la niña permanece en silencio, con la mirada expectante nadie la interroga y peor aún, evaden la oportunidad de darle la palabra. Todo termina con una despedida de mano que la despacha con la mamá de regreso a casa; y yo; petrificada, confundida, desorientada y sobre todo muy decepcionada me voy a seguir con la programación que tenía pendiente para ese día.

El viernes mientras empacaba para regresar a Medellín, llegó el profesor a contarme que huyó de la casa apenas llegaron. Eso relató la mamá cuando fue a cancelarle la matrícula, que salió corriendo en dirección a la vía Santa Fe, me dijo él que nadie ha ido a buscarla y dicen que la vieron bajando por esas curvas serpenteantes caminando sudorosa y sola con mi ropa puesta.

No dejé de pensarla ese fin de semana, tampoco dejé de recriminarme el no haber sido más valiente antes estas dos supuestas autoridades, hora pienso que si eran unas auténticas autoridades de la impunidad. El lunes al regresar lo primero que hice fue averiguar por ella pero nadie me dio razón. Sólo el viernes el profesor me contó que había regresado el miércoles acompañada de un joven de Santa Fe que se vestía muy al estilo parcero y llevaba candongas en ambas orejas. Que se paseó por todo el caserío presentando al hombre de su vida mientras todos coincidían en que por la figura no era capaz de responder por ella, también criticaron la elección diciendo que así son las muchachas de ahora, se van detrás de cualquier pelagatos que use aretes o cachucha al revés así no tenga alientos ni para coger un zurriago perrero. Era generalizado el consenso respecto a que allá había hombres muy dispuestos a vivir con ella, refiriéndose a varios solterones rudos con capacidad de alimentar un batallón a cambio de los servicios domésticos y sexuales de una mujer joven y saludable.

Supe después que les dieron una casa para que vivieran y que en la familia le habían perdonado, ahora no recuerdo cómo llegué a la conclusión que el violador fue el mismo papá, creo que preferí olvidarlo, porque como lo digo al principio del relato la evidencia del acoso sexual del padre me llevó ante las autoridades, claro que debo reconocer que la conclusión es mía. El impacto mayor, lo que vino después fue la preocupación por el síntoma social, por ese silencio y la falta de interlocución, sólo el profesor respondía algunas preguntas aunque toqué el tema con otras personas, el profesor tenía miedo de las revelaciones que pudiera hacerme y de las implicaciones que tuvieran para él si yo sabiendo más lo retomaba.

Siempre recordé este lugar con la imagen superpuesta de esta niña, volví el martes y la busqué entre los asistentes a la reunión, no la vi pero tampoco pregunté por ella, espero que algo haya cambiado si no en la cabeza de la gente si en la de las autoridades, de hecho durante el viaje el conductor que es parte del esquema de seguridad de la empresa comentó que la mayoría de procesos que se llevan en los últimos años en Buriticá son por violación. Dijo una cifra que no recuerdo pero que si es muy significativa.

Espectáculos pirotécnicos callejeros

¿Cuántos almuerzos?

Esta u otra pregunta similar se han hecho algunos amigos y otros no tan amigos a raíz del espectáculo público organizado por la Alcaldía de Medellín para conmemorar el Bicentenario de la Independencia Nacional y con un costo total de $2.200 millones de pesos (US$ 1.100.000, $ 750.000 euros o el salario mínimo de 4.272 personas que trabajen en diez empresas con 427 empleados en promedio, ¿cuántos empleados tiene EPM de salario mínimo?)

La pregunta quiere llamar la atención, igual que lo hiciera una asistente en vivo al espectáculo de pirotecnia, sobre la relación costo-beneficio de un acto de esta naturaleza entendiendo que la ciudad tiene (mantiene) muchísimas necesidades sin resolver y que deberían ser prioridad en la orientación de estos recursos y como casi siempre lo hacemos, la comparación es con comida, pensando en los desvalidos, los que a esa hora podrían estar fascinados con el tronar colorido de la pólvora para luego irse a la cama…debajo de algún puente.

A los productores les pareció genial que fuese un acto callejero, confieso que a mí también: no es si no que programen alguna de estas cosas masivas y la calle adopta una forma diferente con el caminar atropellado de miles de personas dispuestas al mismo asunto (circo dicen los que saben), hay cerveza por todos lados (la llegaron a vender a $ 3.000 en lata), y ventorrillos de fritos (costilla, oreja, papas) que tanto gustan a los paisas (vi pasar muchos de esos platillos de $7.000 ), de los mismos que atiborran el estadio cuando hay fútbol y no distinguen entre rojos o verdes.

Vendiendo cerveza en lata estaba una señora que invirtió el arriendo para ganarse unos pesitos, “ojalá que no llueva, dijo” porque a las 5:00pm hacía un bochorno que amagaba descongelarse pero ¿cómo iba a llover en luna creciente? Podrían pensar mis amigos que la vendedora de cerveza en lata comprometió de forma arriesgada el presupuesto familiar para hacer negocios temporales apostándole a la tradición paisa que no regatea precios cuando son de bebidas. Pienso yo que esta señora, como tras tantas, calcularon bien y este espectáculo les garantizó varios arriendos.

Me sorprendieron además varias cosas: el grito del alcalde implorando a dios para que nos ayude, también hizo lo mismo el Presidente electo pero en él no es sorpresa pues, pertenece a los “santos”; los vítores del público aclamando a su salvador, la cantada del himno nacional (aquí se cantan dos y ambos son “nacionales”) así como la gran cantidad de asistentes. Definitivamente fue un gran espectáculo que disfruté igual que la transmisión del Tour de France, o el campeonato americano de bolos (bowling) o las cinco cámaras de Direct TV para los partidos de Sudáfrica 2010, a propósito ¿cuánto dinero mueve el mundial de fútbol?

Volvamos a los almuerzos de la pregunta porque hice un pequeño cálculo: si cada almuerzo valiera $7.000 con los recursos gastados (como fue pólvora) tendríamos servicio para 314.285 comensales algo así como el 59% de todos los desplazados registrados en Antioquia. Bien podría pensarse que esta cifra y ese porcentaje justifican la crítica acostumbrados como estamos a que todo número con ocho o más ceros nos parezca una desproporción razón por la cual agrego otros “cálculos”.

a) Si a todos los colombianos les tocara financiar esta “enguandia” paisa cada uno aportaría menos de $ 50.

b) Si los “medellinenses” todos fueran a patrocinar esos veinticinco minutos de emoción deberían “hacer vaca” cada uno con $ 1.294, o lo que es lo mismo, un pasaje en bus.

c) El valor del espectáculo es también equivalente a que 92 paisas compraran carro nuevo (Renault Logan) (En SOFASA deben estar pensando en ello).

d) De forma más íntima, los mismos recursos le darían un juego de ropa interior de buena marca (no de “SoloKukos”) a 31.500 mujeres. Tan vanidosas que son imposible que se nieguen a un bono por $ 70.000. Hay que ver cómo gastan las damas en prendas tan diminutas que son inversamente proporcionales a su precio de mercado.

Pero hay también otras cuentas para comparar en el mismo sentido de la pregunta, es decir, ¿qué será mejor? Siempre pensando en el intercambio de miles de millones de...pesos convertidos en almuerzos. (Recuerdo a Marx en el primer tomo de su obra económica y la forma general del valor cuando “todo” lo vuelve equivalente a 20m varas de lienzo), veamos y no juzguen pues sólo son comparaciones:

a) La nueva cárcel del Municipio de Medellín se construyó con una inversión (porque esto queda como un activo) de $ 115.000 millones de pesos y tiene capacidad para 2.474 “internos” lo que da un promedio de $ 46.483.427,65 per cápita. Este valor no cubre el costo del mantenimiento, es decir, de los “almuerzos” que deben recibir mientras dure su estadía, tampoco el costo por servicios públicos ni de los “botones” de este hospedaje transitorio (que también almuerzan). En particular me parece una inversión “muy alta” para sostener un conjunto de personas que decidieron vivir a costa de otros, robando por ejemplo. ¿No es demasiado para alguien que comete un delito?, ¿sería menos costoso una solución más drástica como lo hacen en China? Al fin y al cabo en la ciudad hay muy buenos recursos humanos y físicos si nos basamos en los reportes policiales. Sé que el propósito de las condenas es la disuasión, pero en nuestro caso está probado que se sigue delinquiendo desde el “hospedaje” por lo que el costo no refleja la situación real.

b) Los recursos invertidos en el penal se convertirían en 4.800 Renault Logan aproximadamente (nuevamente en SOFASA se arrancan el cabello). Producir estos vehículos generaría más “almuerzos” para gente que no está interesada en violar la ley, eso incluye a operarios y directivos.

c) La inversión en este penal es equivalente a que todos los habitantes de Medellín aportara cada uno casi $68.000 pesos (diez almuerzos de los regulares) o 52 veces más el aporte por el valor del espectáculo pirotécnico.

d) Se le podría dar a cada desplazado de Antioquia el 42% de un salario mínimo por una vez que le garantizaría 30 almuerzos a una persona.

e) Invito al lector desocupado a que haga otros cálculos, por ejemplo, con el costo de las elecciones en primera y segunda vuelta.

Bueno. Si esto surgió de una crítica termino con el slogan de un comercial de gaseosas que dice: “Mi papá maneja un camión rojo…y también reparte felicidad”. Con ello recuerdo también a estudiosos como Néstor García Canclini que se aventuró a plantear que el consumo no es un concepto “veterinario”, o como en la Biblia: no sólo de pan vive el hombre.

Se necesitan almuerzos claro, pero ¿quién dijo que deben ser tan literales?

JUAN LUIS ÁNGEL

Hey Profe

A propósito de la columna “Los hondos latidos de la vida” de Oscar Tulio Lizcano. El Colombiano, página 5 sección A de julio 4 de 2010. (e-mail: oscartuliolizcano@hotmail.com)

Profe, ¿uno se puede bañar en el triángulo de las Bermudas?

Preguntaba un estudiante de Comunicación Social y no era un “primíparo”, condición que posiblemente lo podría salvar de algún estigma, pues sería más sencillo para él simplemente decir, “acabo de salir del colegio”.

Esta pregunta también la podría haber formulado Jofre, Pelusa o Baltazar en la “escuela” que el primero hacía construir en la selva para discutir y comentar todas las mañanas las noticias emitidas por los medios de comunicación nacionales. A cambio de radios, estudiantes y guerrilleros, gente de monte como la mayoría de los colombianos, tienen ahora la facilidad de la televisión, de hecho, para resaltar su importancia recuerdo que hace unos años un amigo, haciendo antropología en la Serranía de San Lucas, santuario del rojinegro que le apunta a la liberación nacional o a la muerte personal, fue retenido por sus patrulleros, muchachos jóvenes, fuertes, quemados por el sol, recios y desconfiados. Mi amigo fue conducido a un campamento, tal vez una ciudadela con calles debidamente trazadas y todos los servicios necesarios para su población. La sorpresa, contaba el antropólogo con admiración: ¡Hasta tenían televisión internacional!

Al estudiante de Comunicación Social le surgió la inquietud viendo un programa en el canal Infinito, desde el colegio le llamaban la atención esos enigmas por lo que en el canal televisivo encontró un gran aliado para sus estudios universitarios (educación superior que llaman) que complementa, lo del canal, con las consultas en la red de redes.

Otro amigo, que se gana la buena vida que se da, como ingeniero electricista (es de los buenos) me afirmó cierto día, antes de unas cervezas aclaro, que su carro “no tenía cables de alta” situación que me hizo pensar que electricidad y mecánica no parecen ser amigas y que ingeniero no significa tener “ingenio”. Aquí mismo en mi casa requeríamos demoler una gran roca que no hacía juego con la construcción y consultamos a varios profesionales, sobre todo aquellos que tenían vínculos con la minería y todos llegaron a una misma conclusión: volar la roca afectaría la casa por estar a escasos 150 centímetros de distancia y los daños causados nos “volarían la piedra” a nosotros.

Esta roca finalmente la “quemó”, como se dice en el gremio, un hombre de campo que heredó el oficio, no la profesión, de su padre. Nunca dijo nada de daños en la casa y tampoco los causó. Utilizó superanfo, un explosivo que viene en granulitos, cargando en cada una de las más de 80 perforaciones cantidades “a según se necesite” y encendiendo con una tranquilidad monstruosa las mechas respectivas. A él simplemente lo conocen como William “El minero” y por sus proezas bien podría figurar en el programa “Cazadores de mitos”.

En la Vereda Chichimán al noreste del departamento de Sucre, cerca de Cartagena por mar y con una vía transitable únicamente en verano desde la población de San Onofre, hace unos años un grupo de niños le preguntaba a los mayores ¿dónde está el sol cuando es de noche?. La respuesta que escuché me recordó que a Galileo Galilei casi lo convierten en carne asada por defender el postulado copernicano del movimiento de la tierra alrededor del sol. Con una linterna representando al sol y una pelota como la tierra, pude mostrar que es ésta la que se mueve generando así el día y la noche y los niños y los grandes, campesinos sabaneros de la zona de Ovejas, cultivadores de tabaco y ñame, llegados a la orilla del mar y convertidos en pescadores a la fuerza, siguieron preguntando más y más toda la noche sobre las estrellas, la luz, el espacio…

A dos encantadores sobrinos ajenos les pregunté qué era lo que más sabían producto de sus años en el colegio. Uno con mucha prestancia atinó a decirme que “ciencias sociales” y empezó a hablar del imperio romano y de Pipino “El Breve” fundador de la dinastía carolingia, padre de Carlomagno; otro afirmó que lo suyo eran los egipcios pero ni éste ni aquel sabían cuál era la capital de imperio romano o por dónde corría el Río Nilo, o sí, por el centro de Europa dijo alguno y secundó el otro.

Tras de mí, en la tribuna occidental del Atanasio Girardot una tarde que jugaba el DIM, dos hombres conversaban seriamente acerca de la causa que precipitó a tierra un avión colombiano procedente de Panamá, en tierras venezolanas: “Hermano, es que cuando tanquearon no le pusieron libras sino galones de combustible…por eso se le agotó y los pilotos no se dieron cuenta. Qué error tan m….dijo sorprendido el otro”.

Y frente a la televisión mi hermana, que poco sabe de fútbol, preguntaba una vez qué era el esférico tan mencionado por los locutores.

No tengo idea del nivel educativo de congresistas y senadores de la República, menos del de la inmensa mayoría de Alcaldes. Muchos de los ediles sí crean y otorgan títulos, imponen medallas a la vez que reciben diplomas ad honoren de prestigiosas instituciones de educación superior. Escucharlos resulta a veces una tortura por sus limitaciones en lengua materna, más aún si han adoptado el “discurso incluyente”, un mal menor ante su pobreza conceptual.

¿Qué decir de nuestros soldados y policías? Saben lo que tienen que saber y punto así sean “profesionales” y pongan en “jaque” a los otros Jofres, Gafas, Reyes que andan por ahí, por las selvas que unos esperamos conocer en su inmensidad y de las que otros no quieren volver a saber nada.

A mí no me sorprende la estatura intelectual de Jofre. Si ella representa “las graves fracturas ideológicas y políticas que tiene la guerrilla” tendríamos que concluir que las mismas están presentes en todos los ejemplos anteriores y que éstos son una muestra de la calidad educativa colombiana.

Me intriga mucho cómo llega el interlocutor desmovilizado a sostener que el petróleo se siembra como el maíz o el fríjol y al final de esta nota debo contar que no pude responderle la pregunta al estudiante de comunicación social, pero pienso que sí: uno puede bañarse en el triángulo de las Bermudas, pues si se desaparecen barcos y aviones lo más seguro es que no hay tiburones.